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Lo defiende con uñas y dientes: Juan Campos
1) El disco es sencillamente hermoso. Muchas historias de guerra y muerte contadas desde la rarísima voz de Roger Waters, uno de los mejores-peores cantantes del planeta (sobre todo cuando grita como esculapio). Es un disco ambicioso, pero no como su antecesor, The Wall. Sin embargo sigue ese mismo rumbo, épico, intimista y en partes, muy rockero.
2) The Final Cut, además de volver a hablar del padre muerto de Waters, también habla sobre Malvinas. The Fletcher Memorial es un ejemplo, donde Rogelio manda a freir churros a Tatcher y a Galtieri al mismo tiempo. Buena la actitud (Nota: dicen las malas lenguas que Gilmour era pro Tatcher, y por eso se armo tanto bardo entre ellos, al nivel de que el gordo se negó a aparecer en los créditos del disco).
3) Por más que diga Pink Floyd, el disco está realizado integramente por la cabeza de Waters, quien, al momento, no tiene un solo disco malo, y además se atrevió a armar una ópera de las magnitudes de Ça Ira. De no conocer su carrera, escuchar inmediatamente Amused to Death o suicidarse.
4) Y pese a que no es un disco plenamente de Floyd, debería considerárselo como el último de su carrera, ya que A Momentary Lapse of Reason y The Division Bell no les llegan ni a los talones al tremendo trabajo de The Final Cut.
5) Gracias a este disco, Waters se consagró como el rockero más llorón del planeta (que si Barrett, que si su papá muerto, etc, etc) lo cual nos dió a todos millones de chistes para hacer a su costilla. Si esto no es bueno...