Entonces Diego Arnedo explica: "Para nosotros el disco es ese molino" y señala la gigantografía con la tapa del nuevo disco. "Esperemos que salga agua y los refresque", remata. La portada muestra a un par de figuras a los pies de un molino de viento, por si alguno tenía dudas de que los líderes de la banda siempre fueron -y serán- dos hombres (power-dúo).
Es miércoles, es 10 de marzo, es el cumpleaños de Pappo (60 pirulos, donde quieras que estés). El Roxy Bar está lleno de músicos, amigotes, managers, cholulos, fanas camuflados (que intentan cantar "Escucheló, escucheló, escucheló", pero nadie se copa), prenseros, fotógrafos y periodistas. Un ambiente curioso para una banda argentina con temas ariscos como ¿De qué diario sos? o Paraguay ("Siento la birome sobre mí / del periodista que se muere por tocar").
Alguien pone PLAY y comienza a sonar Amapola del '66 (año de clásicos rockeros como Revolver, Blonde on blonde o Pet Sounds), a modo de avant premiere. La gente conversa, repasa las letras, toma notas o simplemente para las orejas, mientras clava la mirada en algún punto fijo. Hay algunos temas ya conocidos, taringueados hasta el cansancio, como Muerto a Laburar o Jujuy. Asoman las primeras canciones, con metáforas de luthier: "No ecualicés tu corazón" (Hombre en U), "Realidad irreal, ¿Dónde está el pedal que lleva a la distorsión?" (Caminando) y "¿Qué bafle no te entra?" (Mantecoso). Por momentos parece que Mollo tuviera un romance secreto con su amplificador Marshall. También podríamos decir que Caminando comparte título con El Otro Yo, y Senderos, con Las Pelotas, pero eso ya es otro asunto.
La gente va entrando en clima en el Roxy, mientras el grupo debe estar espiando todo desde afuera, ansioso, como Mel Gibson en el capítulo de Los Simpson. Pettinato charla con Claudio Kleiman sobre The Who. Pablo Mileo y Pedro Irigoyen hablan de botánica y arreglan para ir a Franz Ferdinand. Alfredo Rosso se mira en las pantallas, con imágenes del DVD que lo muestran entrevistando a la banda, como si fuera un espejo. Y Tom Lupo tiene una camisa más discreta que la que usaba en su programa 2002 Neo Sonido, en 1988, cuando le preguntaba a Mollo: "¿Che, qué esperás?", para presentar la famosa canción, y el guitarrista, descolocado, respondía: "¿Qué espero de qué?".
Recorriendo las letras del disco nuevo, saltan varias críticas al rock, al lucro cesante de Luca y al boludeo de los ringtones (para seguir con la idea de "Besos por celular", como en Spaghetti del rock). El disco toma vuelo y no baja hasta el track 6 -La Flor Azul- con aportes de Peteco Carabajal, único invitado del álbum. El CD vuelve a cobrar fuerza con Boyar Nocturno y Perro Funk (en el medio, Arnedo entona Avanzando retroceden).
Los bajos del Cóndor retumban en el piso del lugar, la bata de Catriel le parte el coco a más de uno (provoca comentarios del tipo: "¡Es una bestia!") y los solos de Mollo te recuerdan que tenés que bajarte Valleys Of Neptune urgentemente. Amapola del '66 es un disco al repalazo, bien Divididos. Un digno sucesor de Vengo del placard del otro, tras ocho años de compilados en las bateas, y un firme candidato para el compilado A ver si la ponés con esto de Capusotto. O al menos eso parece la primera vez que lo escuchás.