Y me lo olvidé en el colectivo.
Entonces lo corrí como un hijo de puta 2 cuadras por Nazca (cerca de Alvarez Jonte)
El semáforo lo agarró más adelante y paró.
Lo alcancé.
Le golpeé la puerta, también como un hijo de puta.
El chofer me miró con cara de orto y de: "Pibe, la parada es en la otra cuadra".
No me quiso abrir.
Le hice un gesto con los dedos índice y pulgar de ambas manos, formando los vértices de un cuadrado bien grande (inentendible, la verdad).
Seguí golpeando.
El chofer me miró con cara de asombro y de: "¿A este boludo que le pasa?"
Me abrió la puerta finalmente.
Subí.
Agarré el disco.
Bajé triunfante.
Y fin de la historia feliz.
(qué opa, por dios)