
El caso incluso se podría comparar con los shows de Queen y The Doors de los últimos años (también en Vélez), pero a la inversa: uno querría ver a Freddie Mercury o Jim Morrison, pero tenía que conformarse con el resto de la banda; acá, tenemos a su frontman original y hay que hacer un ejercicio mental para no extrañar a Slash, Gilby Clarke e Izzy Stradlin, la formación clásica de los GNR. La versión siglo XXI del grupo ofrece tres guitarristas, que por más que se calcen una galera glam o se pongan la Les Paul en la entrepierna, con pose de guitar hero, nunca les van a crecer rulos.
Los temas de Chinese Democracy (2008) sonaban demoledores en vivo, pero no prendían en el público. La gente estaba expectante igual, después de haberse fumado a Sebastian Bach y su demagogia al palo ("I remember you, Argentina! Ti amo, Argentina!") y la inexplicable combinación de La Mancha de Rolando y Massacre como teloneros. El show de verdad arrancó con "Welcome to the Jungle". Florecían algunas banderas en el campo ("Thank you for the returning", decía una arrojada a los músicos), un par de bengalas de humo y varias remeras de Charles Manson (recordar el cover suyo que grabaron en The Spaghetti Incident?). Desde la popular, cantaban: "Nooo se escuchaaa, nooo se escuchaaaa".
Axl corría de una pasarela a la otra (el escenario tenía más pirotecnia que la casa de Eduardo Vázquez) y presentaba las mañas de siempre, las que tanto les gustan a las chicas, como el pasito para atrás, los giros sobre sí mismo y el serpenteo con la cintura. En los hitazos de Appetite For Destruction la descosía, pero en otras canciones menos queribles su voz dejaba mucho que desear. Hubo dos momentos que se puso la gorra -aparte de la de cowboy- y amenazó con cortar el concierto si le seguían tirando objetos voladores sí identificados ("No queremos que nadie salga lastimado"). Escucharlo al traductor de Axl hablándole al público era desopilante, digno de un sketch de Capusotto.
El guitarrista Richard Fortus (¿Ricardo Fort?) soleó antes de "Live and Let Die", DJ Ashba (más conocido como "el nuevo") se despachó con la intro de "Sweet Child O'Mine" y el estadio se cayó a pedazos. Después, Axl se sentó al piano para "November Rain" (otro momento emotivo) y Bumblefoot Thal entretuvo a la gente -o algo así- con la música de La Pantera Rosa ¿Más covers? "Knockin' on Heaven's Door" (punto cúlmine del show), "Another Brick in the Wall" y "Whole Lotta Rosie" de AC/DC, bien arriba. Despedida definitiva, a modo de bis: "Paradise City". Porque California siempre estuvo cerca. A la salida, los choripanes se agotaban, los taxis se apiñaban frente al Carrefour, la televisión hablaba de los (spaghetti) incidentes en la puerta con la policía y el recuerdo de Viejas Locas daba vueltas por Juan B. Justo. En Liniers, todo sigue igual (de mal).