Una vez les pregunté a los muchachos de Asspera cuál era su definición de "bizarro" y la respuesta fue mortal: "Bizarro es el vendedor de la Lotería Solidaria". Era fines de 2008 y estaban presentando su disco Bizarra actitud de seguir con vida, sucesor de Bucal sin globito, que traía los covers de "Violeta" y "Me gustas mucho" en versión metalera. "El disco es ideal para una paja colectiva", decían ese día, "es un disco de protesta contra las mujeres que no gozan. Una mujer con sentido común no podría escuchar Asspera".
Todo empezó como una joda en tiempos del ICQ, cuando se hacían pasar por una metalera calentona que te decía: "Escuchate mis temas". Así, de PC a PC, llegaron a orejas de cualquiera. Como un "Sensei", pero del mondo bizarro. "El rock argentino está muy acartonado. La propuesta es llenar lugares, escalar posiciones. La nuestra es juntarnos, sonar y cagarnos de la risa", explicaban. "A nosotros nos siguen fanáticos de Cha Cha Chac y Todo por $2".
Con influencias de Cacho Castaña, Iron Maiden y Piñón Fijo, y siguiendo el camino de bandas como Asado Violento y Triciclosclos, empezaron a grabar temas propios (como "Gorda Puerca", "Zorra", "Me cago") y dieron un show sorpresa para una radio del palo, donde al público le repartían chupetines con forma de japi y púas con la cara del Padre Grassi y de Malena Candelmo. Al final cerraron con el himno del metal argentino ("Destrucción") en clave reggae. Herejes totales.
Ahora tienen un segundo CD bajo el brazo: Hijo de puta. Así como en el anterior se agarraron del clásico de Alcides, acá se apropiaron del de Pocho La Pantera ("El hijo de cuca"). Con ustedes, la única banda capaz de provocar un trencito en un recital metalero.