
El film te muestra las mil y una caras de nuestro paladín de la libertad: el hippie de los '60, el callejero, el boxeador, el reventado que se daba con todo (¡Las auténticas Pastillas del Abuelo!), el latinoamericano preso y deportado, el eterno trovador, el ochentoso (maquillaje incluido), el gaucho aputozado. El barbudo, el semental de Palermo, el intelectual de anteojos "tipo Lennon", el delirante con cigarrillos en las orejas que soñaba con escribir la "Historia universal de la realidad" y el cantante del botellazo en el ojo, en ese concierto que parecía llorar sangre.
Fue el padre de la psicodelia criolla (recordar Diana Divaga, 1968), donde más que Abuelo de la Nada, era un Abuelo de la NASA: cósmico, volado, extraterrestre. Y eso que en la casa no tenía discos de Pink Floyd. Un poeta que amasó frases como "Todo lo que ata es asesino", "¿Nunca te miró una vaca de frente?" o "Sobre la palma de mi lengua vive el himno de mi corazón". Un artista que causó admiración hasta del propio Spinetta, prócer que -como blanqueó en el show de Vélez- se agarró de Mariposas de Madera para componer Muchacha (ojos de papel).
Con su hijo Gato Azul Peralta como hilo conductor (nunca mejor dicho: ¡Conducía una moto todo el tiempo!) arranca un trip desde su nacimiento en Munro, su infancia en el orfanato Manuel Rocca, hasta su internación en el Hospital Férnandez, donde el SIDA lo terminaría de convertir en mito, tras el éxito y el derrumbe de Los Abuelos de la Nada.
Gato (con un parecido aterrador a su papá, pero con look más tumbero) se pasea por debajo del Puente Pacífico (donde casualmente murió Tanguito, otro habitué de La Cueva), recolecta fotos y anécdotas de su padre por toda la ciudad, se toma una birra con el Vasco (Gustavo Bazterrica) o charla con Luciano Napolitano, otro famoso "hijo de" la nada. Obviamente, no hay presupuesto para llevarlo a Ibiza.
Entonces aparecen más testimonios: Alejandro Medina, Andrés Calamaro (kit de mate en mano, como siempre), Kubero Díaz, Cachorro López, Daniel Melingo, Alberto Badía (¿Cuándo no?), Jorge Pistocchi (capo de la Expreso Imaginario) y Alfredo Rosso, exhibiendo sus vinilos de Miguel como trofeos, esos de los '60 y '70 que muy pocos tienen en sus casas, incluyendo Et Nada, el que grabó en Francia en 1974 y que posa con Gato Azul en la tapa. Una mezcla hermosa entre Deep Purple y Atahualpa Yupanqui, que nunca se editó en CD.
La película tiene algunos baches, temas que no fueron abordados, como la relación con Charly García (productor del primer disco de Los Abuelos, versión 2.0), su carrera solista en los '80 (cuando editó, justamente, Buen día, día) o su lucha contra el SIDA, en 1988. Pero no deja de ser un buen documental, para poner en imágenes la biografía que publicó Juanjo Carmona en 2005, y para archivar en un futuro junto al de Luca (by Rodrigo Espina) mientras esperás que se filme el de Federico Moura.