"¿Llegaste? Estoy justo en la puerta de la casa de Luca", le indica una rubia (¿tarada?) a su novio por celular. La calle Alsina está cortada, colapsada por fanáticos de Sumo que se acercaron a la (re)inauguración de la casa de Luca, hoy devenida en restaurante, museo y espacio cultural. Es el mítico domicilio del italiano más argento, el de Alsina 451, donde lo encontraron muerto el 22 de diciembre de 1987, con una sonrisa de oreja a oreja, después de picarse su última dosis de heeeeeeeeeroin. Hoy es 17 de mayo: su cumpleaños. Hubiera festejado los 57.Hay un escenario armado, donde asoma la marquesina de la UOM como fondo (ideal para un show metalero). Tocan Carla Algeri, Anita y Los Caretas, El Búfalo, Ismael Sokol y Andrea Prodan. La gente desborda la zona desde las 6 de la tarde. Amigos, curiosos, vecinos. Meriendan con cerveza, tetrabrick y -por supuesto- algunas ginebras. Suena "Like London", de Time, Fate, Love en los altoparlantes. Rondan personajes delirantes y bizarros, como el tipo que se abre paso entre el mar de gente tocando la gaita (imposible no pensar en "Crua Chan") o el pelado de campera de cuero y anteojos negros, poseído por Luca, que se pasea con el vinilo de Divididos por la Felicidad entre el público, frotándoselo por la cabeza a cada uno, a modo de bendición rockera. Y cuando el gaitero se junta con el calvo adelante de todo, ufff.
También se ven algunas caras conocidas, como la de Pipo Cipolatti, Wallas y los pibes de El Bordo. Nunca un Mollo, nunca un Pettinato. El cantante de Los Twist, viejo compañero de andanzas nocturnas, dice algo coherente por primera vez en su vida frente a un micrófono: que es mucho mejor recordar a Luca en el día de su nacimiento que en el de su muerte, como hacemos siempre. Aplausos generales. Se descubre una placa en la puerta de la casa, se la declara "lugar histórico" y se lo nombra ciudado ilustre a su famoso dueño (con llave otorgada por el Ministro de Cultura porteño) y bla bla bla. Una formalidad que el líder de Sumo seguramente no hubiera aguantado, una careteada a la que hubiera respondido con un ¡Fuck you!
"Luca no se murió, Luca no se murió, que se muera Cerati la puta madre que lo parió", entonan todos en la calle Alsina, cual himno patriótico, sin saber que su deseo popular casi, casi se cumple esta vez, por culpa de una hemorragia cerebral. En los '80, el Pelado siempre se desmarcó de Soda, Virus y Melero. Acusaba al pop electrónico de frío, aborrecía el maquillaje y los peinados modernos. Cerati veía la dicotomía con Sumo desde otro lado: "Nosotros estábamos en busca de la canción perfecta y ellos en busca de la canción más imperfecta posible". No tan distintos después de todo.

