(a propósito de la nota de Tavo Kupinski en el Suple Sí)
Se podrían usar muchas frases hechas: "prender el ventilador", "sacar los trapitos al sol", "irse de boca", "embarrar la cancha" o, simplemente, "tirar mierda". Pero ahí estaba Tavo, callejeando por su querido Palomar, mientras se despachaba contra Andrés Ciro Martínez, diciendo(me) que se creía la estrella del grupo, que se pasó de rosca, que la situación se había tornado insostenible para todos. Parecía una actualización del choque de Los Caballeros de la Quema vs. Iván Noble, que terminó con la disolución del grupo en 2002. De hecho, ambas bandas del oeste bonaerense nacieron a finales de los '80, sobrevivientes de la hiperinflación, y se despidieron con una carta de dudosa honestidad y un líder visible con proyección solista.
"Un abrazo de 20 años, enorme, de todo corazón", reza hoy la web de Los Piojos, en un loop incesante que no llega a ninguna home page (mejor metáfora, imposible). En la biografía de Wikipedia es más optimista el panorama: en el ítem de "período", figura "En receso". Para algunos fue la banda de su vida, el soundtrack de su adolescencia (con Tercer Arco y Azul marcados a fuego). Para otros, sólo un grupo que dejó muchos estribillos onomatopéyicos insoportables, en boca de un tipo que cantaba como el botellero de la cuadra.
Tavo desentramó una interna que desde lejos no se veía. Para él habían dejado de ser una banda muchos años antes que el 28 de abril de 2009, cuando se hizo oficial la separación, o el 30 de mayo siguiente, cuando hicieron su último Ritual en River, el mismo día que La Renga tocaba en el Estadio Único de La Plata. A pesar de que Civilización (2007) había sido un buen empujón (¿Se acuerdan del camión por la 9 de Julio, haciendo la gran Beatniks?), hacía tiempo que eran más "máquina" que "sangre".
En el Facebook del guitarrista le dicen que es un grosso, un estúpido, un capo, un hijo de puta. Todo. "Gracias", "innecesario", "sorpresivo". "Te re-banco", "me siento engañado" y "te fuiste de tema". Alguna vez Superhéroes, la-banda-de-los-carteles-graciosos, grabó un tema llamado "El que está al lado del cantante de Los Piojos". Aunque la ironía se podría aplicar a casi todos los músicos del mismo conjunto.
El violero quería desahogarse, quería sacarse toda la mierda de adentro. "Publicá todo, me chupa un huevo", decía. "Ésta es mi verdad", remarcaba. Así como Hunter S. Thompson instaló el periodismo Gonzo, con artículos donde el cronista ponía el pecho a rabiar, acá me sonaba más a periodismo Bonzo: un entrevistado rociándose con declaraciones inflamables, sin importar las consecuencias, y prendiéndose fuego en vivo y en directo para todo el país. Después que despedí a Tavo, me acuerdo que encaré para la estación El Palomar y en la primera casa que pasé estaba sonando "Como Alí" de fondo.
Es raro hablar de Los Piojos en pasado. Siguiendo el camino del Indio Solari post-Redondos, a Ciro seguramente le vaya bien con su debut como solista y convoque multitudes (su nueva banda se llama Los Persas), mientras el resto de sus compañeros la "seguirá chupando y remando" toda la vida. O por lo menos unos cuantos años, hasta que algún productor ponga la papota para una vuelta a todo trapo, un regreso empresarial, que los haga olvidar (ya ves) sus diferencias.