"¿Cómo hacen para sonar así? ¡Son unos hijos de puta!". El gordo codea a su compañero, ultra cebado. Tiene un tatuaje de Oktubre en la espalda y una botellita de Dasani ($10) en la mano. Está todo chivado, en cueros, con un sudor en el pecho con el que podría acabar con toda la sequía de Córdoba y de varias provincias aledañas.
El campo de River es una fiesta. Los cuernitos luminosos que entregaban los organizadores (y los que llevaron de sus casas), las minitas a caballito, que saludan a cámara cuando se ven en las pantallas (dejen de hacer eso, por favor!!!), el que prende una bengala (¿?) en "Thunderstruck". Estamos ante uno de esos clásicos shows de pasión al rojo vivo, esos recitales que sacan al argento tribunero que hay en vos (pasa con los Rolling Stones, Iron Maiden, Die Toten Hosen, Megadeth y demás). Como unas Zucaritas con la cara de Jack Black en la caja.
Arriba del escenario, está tocando la banda headbanging por excelencia (¿Se acuerdan de Beavis and Butt-head?). Vienen de Australia, país del que sólo sabemos que hay muchos canguros y koalas desquiciados, y donde el agua de los retretes corre hacia la derecha. Los tipos aterrizan con todos los chiches del tour: la locomotora en el escenario, las pantallas, las plataformas, la pirotecnia, la muñeca inflable gigante (Rosie), los cañonazos, la campana para "Hells Bells"... ¡Y el striptease de Angus! Todo está en su lugar, perfectamente cronometrado. Podríamos decir que nunca pifian, que el diablo nunca mete la cola, pero estaríamos contradiciendo a la estética satánica de AC/DC.
El grupo rompe el hielo (nunca mejor dicho) con "Rock'N'Roll Train", el primer corte de Black Ice, que suena igual de potente que cualquiera de los 800 discos anteriores. "We don't speak spanish very well, but we speak rock and roll", alcanza a decir Brian Johnson y la muchachada delira. El tipo se presenta como un viejito piola (61 pirulos), el tío borrachín de las reuniones familiares, pero que en lugar de contar chistes sobre suegras, se la pasa cantando con su voz chillona, con las muelas apretadas, y esa boina eternamente transpirada.
Angus tiene el look reglamentario también: uniforme escolar, la corbata, la gorrita, la SG negra (¿cuántas tiene?) y las patitas de pollo (juro que no es una publicidad encubierta), que se parecen a las de tu abuela. Pero corre tanto (¿Le gana una carrera al Tete de La Renga?), rockea tanto, que le hace honor a su apellido más que nadie. No charla con el púbico, no canta, no saluda al micrófono: sólo se comunica a través de la guitarra. Es uno de esos violeros omnipresentes (AC/DC es él) que mejor supieron reinventar la figura de Chuck Berry, de los que mejor supieron condensar todo el rock and roll en seis putas cuerdas de acero. Un hombre-show que es sinónimo de riff: léase con minúscula y con mayúscula. A tal punto que el "Guitar Hero", el videojuego de la guitarrita virtual, se tendría que llamar "Angus Young" y a la mierda.
Volviendo al repertorio, la banda descarga todo su arsenal: "Back in Black", "Shoot to Thril" (la de CQC, cuac), "You Shook Me All Night Long", "T.N.T.", "Let There Be Rock" y encima para los bises te queda un "Highway to Hell", ¿Qué más querés? Si te quedás con ganas, podés ir a ver a Viticus o Mad la semana que viene. O a Germán Daffunchio, que todavía debe estar esquivando botellazos, mientras toca "Capitán América" en el fondo de la casa.
Che, eso que pusiste: le hace honor a su apellido, pero el es mas rock (o algo así) fue un palo para el gigante Neil Young? Dejate de joder, no seas Pomelo... La nota me encantó
loko vos krees que sos periodista de rock? sos horrible man no lo puedo kreer enserio escribis mal hablas pelotudeces no se komo llegué a este blog espero no volver nunka mas