escrito por Nicolás Igarzábal a las 9:03 p. m.

"Hasta que no se agachen todos, no seguimos". Vicentico amenaza al público, durante "Mal Bicho", y la monada obedece en cuclillas, para el rezo de "a las guerras, a la violencia, a las injusticias, y a tu codicia". El campo está lleno de público ATP (público familiero, de ese que va a comer unos panqueques a Lo de Carlitos después del show), rastas old school, y alguna que otra remera de
Mano Negra o
Sumo. Caras largas por la derrota de River contra Independiente, también. Hay un chico en silla de ruedas, con bocina, que la hace sonar para festejar los temas (¡Ídolo!), un pibe bajoneando 3 hamburguesas (gaseosa incluída), el Bebe Contepomi transmitiendo en vivo para Mandíbula TV, con 3 o 4 monigotes pogueando para las cámaras, y un clon de
Raúl Porchetto en la época de Metegol (1980).
Los Fabulosos Cadillacs ofrecen una versión baqueteada del Satánico Pop Tour, la gira revival que arrancaron
el año pasado en México. Una versión con menos temas, casi sin invitados (salvo que Astor Cianciarulo cuente como tal), un sonido bajísimo (por culpa de la Agencia de Protección Ambiental porteña que medía el volúmen por la queja de los vecinos) y una puesta en escena más pobre
que la última de River. Una gira que empezó mofándose de la de
Soda Stereo, pero que nunca le llegó ni a los talones, por más Martas Minujines que llamen.
El operativo
Me Verás Volver en Cadillac se estira con ooootro disco de refritos (
El Arte de la Elegancia, con reversiones new-wave, más cerca de
B-52 que
The Specials), antes de recurrir al clásico CD+DVD -en vivo- de todos los regresos (seguro sale en 2010, ¿No?). Título paradójico el del sucesor de
La Luz del Ritmo, para una banda descontracturada y extravagante, liderada por un tipo al que siempre tildaron de sucio (y desprolijo), tras años de bermudas, camisas desarraigadas y panza afuera.
El recital -a beneficio de Cáritas- en el Club Ciudad arranca frío, medio Rolito, pero de poco va tomando temperatura. Hay canciones que huelen a pubs de los '80 ("Silencio Hospital", "El genio del dub", "Mi novia se cayó en un pozo ciego") y otras que recuerdan a los tiempos del 1 a 1 ("Mal Bicho", "El aguijón", "Carmela", "Gitana", "Saco azul", "Padre nuestro").
Entre aviones que van y vienen desde el Aeroparque Jorge Newbery, brillan "Nosotros egoístas" (un regalo para Toto Rotblat,
el as del ritmo), "Siguiendo la luna" (para franelear con tu novia, amiga, vecina o lo que tengas a mano), "V Centenario" (ideal para este 12 de octubre), "Calaveras y Diablitos" (¡Volvé, Minimal!) y el bolerazo "C.J" (inspirada en Valeria Bertuccelli, la Tana Ferro, alias "Cejota") con la guitarra surfer de Adrián Castinieira, capo de
Los Kahunas.
"Ya nos vamos, señora", bromea Vicentico, tirando palos para los vecinos de Nuñez, con su temperamento tan particular (mordaz, infantil, desubicado). Flavio anda en skate (
eh, tío, cuál es?) sobre el escenario, gracias al gordo Walas, y Rotman (el Bob Patiño argentino) sacude su melena, anticipándose al final futbolero de "Yo no me sentaría en tu mesa" (
ohhhhhhh, oh, oh, oh, oh, oh). Vicentico, ya sin bastón, se despide de la gente, con un speech improvisado, dubitativo, ambiguo, como cuando no te animás a cortarle a tu novia: que los
Cadillacs se van, pero no del todo; que se van, pero se quedan, que se van por un tiempo, que van a ver cómo sigue la cosa ahora, que ya nos volveremos a encontrar algún día. Cosas así. De todo, menos un "Gracias totales".
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